“No, no podría compararlos. No podría decir quien ha sido mejor entre las sabanas, porque son distintos. Así como el amor no surge de la misma manera ni con la misma fuerza ni te transforma internamente del mismo modo. Tan sólo puedo decir que es la pesadilla que amenaza mi paz dentro de mis sueños. Que no importa a donde vaya, puedo respirar el aroma a durazno y maderas de sus poros. No importa donde me esconda, sus pisadas me siguen y son tan estruendosas que erizan mi piel, estrujan mi corazón porque sé estoy en su radar.

Sus yemas deslizándose por el largo de la caoba hasta encontrarse con mi pequeño escondite, introducir la combinación de la caja fuerte y entonces sacarme de la oscuridad para que con el baño de la luna mire sus ojos, sus malditos ojos avellanas con esa forma tan única de brillar, de hacerme sentir que puedo conquistar el universo con tan sólo verlos un poco más. Sí, ese es su poder.

Sus manos, fuertes y firmes pero al mismo tiempo tan sutiles como si fuera el viento quien me acariciara, quedándome inerte ante sus acciones, es el sentirlo pero no poder hacer más que disfrutarlo como si fuera un hechizo que él mismo rompe con el primer roce de sus labios contra los tuyos, sus carnosos labios cerezas que tan sólo provocan morderlos hasta hacerlos sangrar y beber de él la inmortalidad, porque en su boca habita vida y muerte. Sólo él puede volverte un ave fénix, tan sólo él logra hacerte agonizar, sentir el último latido, el último aliento para después otorgarte la vida de vuelta, se transforma en tu dueño.”